Pone en duda el descreído,
sin fe, de Dios la existencia,
porque su ubicua presencia
visualizar no ha podido.
Al ignorar engreído
que su talento es chiquito,
olvida que lo infinito
no cabe en cerebro humano,
ni el agua del Oceáno
en vaso, por pequeñito.
Fue por Tomás sostenida
la duda – “Para creer,
debo primero meter
el dedo en llaga y herida” – .
¡Con tanta causa en la vida,
que su efecto hace evidente,
cual la luz del Sol ausente
en la Luna reflejada,
de su presencia velada,
es prueba muy elocuente… !
Como se suele decir :
” Nadie tan ciego ha de ser,
como el que no quiere ver,
ni mejor sordo existir
que quien finja desoír”;
mas, si “viera” y ” escuchara”,
Su Providencia encontrara
en toda la Creación,
y en loas de admiración
las propias dudas tornara.
Dios se encuentra en la armonía
con que marcha el Universo,
en el Gran Misterio inmerso,
si nó, ¿quién lo ordena y guía?
Así se ve cuando el Día,
con su ritmo pendular,
a la Noche a relevar,
va en la Aurora Matutina,
y luego, en la Vespertina,
le vuelve el turno a entregar.
Se “oye” en la señal radiante
del astro lejano ignoto,
ya extinto en tiempo remoto,
y en el trueno retumbante;
en la semilla excitante,
al germinar y crecer,
procrear y perecer;
en el Mar, la Tierra y Cielo,
y en cómo orienta su vuelo
el ave al nido volver.
– Mamá, ¿dónde vive Dios?-,
un pequeño preguntaba,
y ella así se lo explicaba:
– “Donde vibre un corazón
con la verdad, la razón,
la justicia, la virtud,
el perdón, la gratitud,
fraternidad y cariño,
que albergue un alma de niño,
como la que tienes tú.” –
Autor: Prof. Domingo Ruiz Guzmán