Autor: Prof. Domingo Ruiz Guzmán.
Érase una vez un loro,
de quien cercano vivía,
canario de melodía,
con un timbre muy sonoro.
Del «flauta» la nota a coro,
torpemente repetía,
y engreído presumía
de virtüoso canoro.
Celoso, de su camino
pronto ahuyentó al vecino,
pues su trinar le irritaba,
y cuando intentó gorjear,
su estilo pudo aprecia:
pues ya el jilguero no estaba
que era quien armonizaba
su discordante graznar.
¡Cuántos por la mezquindad,
apagan la luz ajena,
viéndose en su vanidad,
con brillo de Luna llena…!
y luego, como alma en pena,
descubren en soledad
que están en la oscuridad
por la envidia y egoísmo
y que es tan sólo espejismo
la tal luminosidad.