En la pared de una vieja casona,
con pensiles de rico colorido,
penden flores fragantes y se asoman,
mirándose en espejo cristalino.
Tras las tapias, una prístina fuente
bordeada de rosas y jazmines,
calma la ardiente sed de mil palomas
que semejan celestes querubines.
El murmullo del agua refrescante
llega piano, cual bálsamo a mi oído,
y el soplo suave del plácido viento
acaricia mi tez, galante, altivo.
En la altura, al vaivén, los ventanales
silban sus rumorosas melodías;
el grillo, la cigarra y el canario
a coro entonan bellas sinfonías.
Autora: Rosa María Ruiz Alonso.
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